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¿SE PUEDE RECUPERAR UNA RELACIÓN DESPUÉS DE UNA INFIDELIDAD?

La infidelidad es una de las experiencias más dolorosas que puede atravesar una pareja. No solo sacude los cimientos de la confianza, sino que también plantea una pregunta tan incómoda como inevitable: ¿Y ahora qué?

Algunas personas deciden terminar la relación de inmediato, otras intentan perdonar, y muchas se quedan atrapadas en una especie de limbo emocional, entre el amor que aún sienten y el dolor que no pueden digerir. Si estás leyendo esto, es posible que tú (o alguien cercano) esté en esa encrucijada.

Como psicólogo y terapeuta de pareja, puedo decirte que sí, es posible recuperar una relación tras una infidelidad. Pero atención: posible no significa fácil, ni automático, ni garantizado. Requiere un compromiso real, mucha honestidad emocional y, en la mayoría de los casos, ayuda profesional.

El objetivo de este artículo no es decirte lo que debes hacer, sino darte herramientas para que tomes una decisión informada y consciente. Y, por supuesto, arrojar algo de luz sobre uno de los temas más tabú y universales de las relaciones humanas.


Como dijo Esther Perel, terapeuta experta en relaciones y autora de “The State of Affairs”: “Hoy en día, la infidelidad ya no significa necesariamente el fin de una relación, sino el inicio de una nueva etapa en ella… o de una nueva relación con otra persona.”



¿Por qué se produce una infidelidad?


Antes de sacar la catana emocional o el detector de mentiras versión “¿Quién es esa tal Clara?”, es útil comprender que las infidelidades no son siempre el resultado de maldad pura o deseo irrefrenable. En muchas ocasiones, son el síntoma de un problema más profundo, no el origen.

A continuación, te presento algunas de las razones más comunes que suelen aparecer en consulta:


  • Desconexión emocional

Cuando la relación se vuelve rutinaria, cuando dejamos de hablar de cómo nos sentimos, o cuando el “¿cómo estás?” suena más a trámite que a interés real, se abre una grieta. A veces, la infidelidad aparece como una forma (torpe y destructiva) de llenar ese vacío emocional.


  • Falta de intimidad o vida sexual insatisfactoria

El sexo, aunque no lo es todo, cuando desaparece o se vuelve mecánico, puede dejar a una o ambas partes con la sensación de estar en una especie de amistad con hipoteca compartida. Eso, sumado a la falta de comunicación sobre el tema, puede aumentar la vulnerabilidad ante una tentación externa.


  • Búsqueda de validación personal

Algunas personas son infieles no porque no amen a su pareja, sino porque no se aman a sí mismas. Necesitan sentirse deseadas, atractivas, especiales. Y si no lo sienten dentro de la relación, lo buscan fuera. (Spoiler: rara vez funciona a largo plazo).


  • Crisis personales o existenciales

Cambios de vida como una crisis de los 40, pérdidas importantes, o una gran insatisfacción vital, pueden hacer que alguien intente reconectar con una versión más “viva” de sí mismo... aunque lo haga a través del canal menos recomendable: la infidelidad.


  • Mala gestión del conflicto

Algunas infidelidades nacen de la rabia o del deseo de castigar al otro. “¿Ah sí? Pues ahora verás”. Es la versión afectiva de lanzar el ajedrez por la ventana cuando vas perdiendo. No es maduro, pero es tristemente frecuente.


Comprender no es justificar. No se trata de exculpar al infiel, sino de abrir espacio para un análisis más profundo si ambos miembros de la pareja deciden explorar la posibilidad de reconstruir.


El impacto de una infidelidad en la relación


La infidelidad es un terremoto emocional, que no solo hace temblar los cimientos, sino que deja grietas, escombros y, a veces, un silencio incómodo en el aire. Muchas veces no se trata solo del acto sexual o emocional en sí, sino del quiebre de un pacto implícito: el de la lealtad y la confianza.

Estos son algunos de los efectos más comunes que veo en consulta tras una infidelidad:


  • Pérdida de confianza

La confianza, ese pegamento invisible que mantiene unida a la pareja, se agrieta o se rompe por completo. Ya no se confía en lo que el otro dice, hace o promete. La persona herida puede sentirse como un detective emocional: revisando móviles, husmeando redes sociales o preguntando "¿y ese mensaje quién es?" con el radar activado 24/7.


  • Dolor emocional intenso

La infidelidad no solo daña la relación, también hiere profundamente la autoestima de quien la sufre. Aparecen preguntas como: “¿Qué hice mal?”, “¿En qué fallé?”, “¿Por qué no fui suficiente?”. Y si bien es natural sentir esto, es importante entender que la infidelidad dice más de quien la comete que de quien la sufre.


  • Distancia o hipervigilancia emocional

Algunas parejas, tras la infidelidad, entran en modo “tierra de nadie”: ya no hay conexión, pero tampoco ruptura. Otras veces, lo que surge es una vigilancia constante que, aunque comprensible, puede volverse asfixiante para ambos.


  • Conflictos constantes

Todo se convierte en motivo de discusión. Desde el pan mal cortado hasta el tono del “buenas noches”. Esto se debe a que el conflicto no resuelto subyace en cada interacción, como una herida que sigue abierta y que se irrita con el más mínimo roce.


  • Reescritura del pasado

La persona herida empieza a cuestionarse todo lo vivido: “¿Cuándo empezó esto?”, “¿Estaba fingiendo cuando decía que me amaba?”, “¿Aquella vez que llegó tarde...?”. Es una especie de revisión retroactiva de la historia de la pareja, y suele ser dolorosa pero necesaria.


¿Se puede recuperar una relación después de una infidelidad?


La respuesta breve: sí, se puede.

La respuesta completa: sí, pero no siempre, y nunca sin esfuerzo.

La recuperación de una relación después de una infidelidad no es una vuelta atrás, sino una reconstrucción. Como si derribaras una casa y decidieras, con los mismos ladrillos y nuevas bases, construir algo diferente. Puede ser más sólido. Puede ser más honesto. Pero nunca será igual, y eso no necesariamente es algo malo.

Factores clave que determinan si es posible la recuperación:


  • Tipo de infidelidad: No es lo mismo una aventura puntual en un momento de crisis que una doble vida mantenida durante años. Las heridas emocionales son proporcionales al nivel de engaño, duración y carga emocional del vínculo con la tercera persona.


  • Grado de arrepentimiento y responsabilidad: ¿La persona infiel reconoce el daño causado o simplemente “lamenta que te hayas enterado”? Sin un arrepentimiento genuino y sin asumir responsabilidad (no vale eso de “tú también me tenías abandonado/a”), es imposible avanzar.


  • Compromiso mutuo con el proceso: Ambos deben querer reconstruir la relación. Si solo uno empuja el carro, lo más probable es que acabe agotado y frustrado. Spoiler: en terapia no hacemos magia. Hacemos procesos, y funcionan si los dos se implican.


  • Capacidad de perdón: El perdón no es olvido ni permiso para repetir errores. Es una decisión emocional y racional de seguir adelante sin cargar con la rabia todos los días. No todos pueden —ni deben— perdonar, y eso también está bien.


  • Apoyo profesional: La terapia de pareja ofrece un espacio neutral, con herramientas reales (no solo “háblenlo”), donde ambos pueden expresarse sin dinamitar la relación en cada conversación. La presencia de un profesional ayuda a canalizar el dolor, restablecer el diálogo y redibujar los acuerdos de la relación.


¿Y si te digo que muchas parejas fortalecen su vínculo después de una infidelidad?

Aunque suene paradójico, he visto relaciones que, al atravesar este proceso, emergen más sinceras, más conscientes y con nuevos códigos afectivos que antes ni se planteaban. Claro, eso no significa que haya que ser infiel “para mejorar”, pero sí que hay caminos de reconstrucción reales y posibles.


Etapas para sanar una relación tras la infidelidad


Superar una infidelidad no es una línea recta, sino más bien un circuito de montaña rusa emocional con paradas en la rabia, la tristeza, el miedo y, con suerte, la esperanza. A continuación, te explico las etapas más comunes que atraviesan las parejas que deciden intentar una reconciliación real:


1. Etapa de impacto

Aquí todo duele. La herida está fresca, la traición es reciente y las emociones están desbordadas. Es normal que haya llanto, gritos, silencio o incluso impulsos contradictorios (como querer abrazar y abofetear al otro al mismo tiempo).

En esta fase, lo principal es contener emocionalmente a ambos miembros. Si hay hijos, familia o una convivencia en juego, se recomienda crear límites temporales claros: espacios, tiempos y decisiones pausadas


2. Etapa de exploración emocional

Una vez pasado el impacto inicial, llega el momento de hablar. De verdad. No para acusar, sino para entender.

El objetivo es identificar qué llevó a la infidelidad, cómo estaba la relación antes de ella, y qué heridas personales y de pareja hay que trabajar. Esta etapa es dolorosa pero fundamental. La persona infiel debe responder con honestidad, pero también con tacto. “Fue con una persona del gimnasio que me hacía sentir vivo” es mucho más útil que “es que estaba más buena que tú”. Diplomacia emocional, por favor.


3. Etapa de compromiso y reparación

Si ambos deciden seguir, se abre un periodo de reconstrucción. Aquí se establecen nuevas reglas del juego, se recuperan hábitos de conexión, y se trabaja en la reparación emocional.

Esto incluye pedir perdón (el de verdad, no el “ya te pedí perdón, supéralo”), poner fin real al vínculo con la tercera persona, y demostrar con acciones —no solo palabras— que hay voluntad de cambio.

Este es el momento en el que la terapia de pareja es más fructífera pues se está en pleno intento de reconstrucción.


4. Etapa de renacimiento o redefinición

La relación ya no es la misma. Ni falta que hace. Si se han trabajado bien las etapas anteriores, lo que surge no es una “reparación”, sino una nueva versión de la pareja. Más honesta. Más consciente. A veces más frágil, pero también más real.

Algunas parejas logran incluso niveles de intimidad y comunicación que nunca habían tenido. Otras, en cambio, se dan cuenta de que lo mejor es cerrar el ciclo con respeto y seguir caminos distintos. Ambos resultados pueden ser sanadores.


Conclusión


Recuperar una relación después de una infidelidad es posible, pero no automático. No hay trucos rápidos ni frases motivacionales que resuelvan el dolor. Lo que sí existe es el trabajo emocional, la sinceridad, la voluntad de cambio y —muy a menudo— la necesidad de acompañamiento profesional.

Si estás en esta situación, recuerda que:

  • No estás solo/a. Le ocurre a muchas más parejas de las que imaginas.

  • El dolor que sientes es válido. Pero no tiene que definir tu vida ni tu futuro.

  • Y, sobre todo, tienes derecho a elegir lo que es mejor para ti, ya sea reconstruir la relación o empezar de nuevo.


La infidelidad puede marcar un final, sí. Pero también puede ser el principio de algo distinto: una relación más honesta, contigo mismo/a o con tu pareja.


Y si necesitas ayuda en este proceso, no dudes en pedirla. La terapia no borra lo ocurrido, pero te ayuda a convertirlo en aprendizaje. A veces, incluso en transformación.

 
 
 

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